¡Ya casi es Navidad!. Mi pueblito se engalana con los adornos y luces más bonitas, puedes ver a los vecinos colocando toda la ornamentación en balcones, negocios, y calles. El ayuntamiento este año ha puesto un nacimiento enorme en la plaza, y las gentes van a visitarlo con mucha emoción, junto a los más pequeños que ven el Belén por primera vez. En la antigua tahona, que hoy día es una exquisita pastelería, ya se pueden oler los típicos dulces de estas fechas por todos los rincones; caramelo, yemas tostadas, roscón…¡Almendras garrapiñadas!.
-¡Las monjas!. -Exclamé en mi interior. Había quedado con ellas y todavía tenía que pasar por mi casa. Me apresuré todo lo que pude y allí que fui con mi bicicleta para variar.
Una vez dentro del monasterio, en el locutorio, me encontré a la hermana Dina que limpiaba con mucho esmero una figura del Misterio. -¡Buenos días hermana!. -Dije con alegría como siempre hacen ellas. -¡Muy buenos días Adele! ¿Qué tal?. -Respondió. Y me contó lo que estaba haciendo. Sucede que durante el Adviento, las Clarisas cuidan cada noche de la imagen que ella estaba acicalando con tanto cariño, a la mañana siguiente quien la tuvo anteriormente, la deja en la puerta de la celda o habitación de otra monja, quien tendrá la oportunidad esa noche de cuidar de tan bella representación. Así, día tras día hasta el veinticuatro de diciembre, ¡Qué bonito!.
Según íbamos hablando llegaba el resto de la comunidad e iban tomando asiento, saludaban tímidamente y esperaban a que llegase la Madre. Notaba el ambiente enrarecido, no era como normalmente solía ser, y por fin llegó la Madre que cerró la puerta, se frotó las manos para quitarse un poco el frío y me saludo con una sonrisa. -Te ruego nos perdones Adele por este frío que hace en casa, pero ayer por la noche se nos rompió la caldera y nos hemos quedado sin calefacción. -Se excusó la Abadesa con vergüenza. -¿Es muy complicado el arreglo?. -Pregunté ignorante, desconociendo que el problema era de otro tipo. -La avería tiene solución hija, el presupuesto es el verdadero contratiempo, pero Dios proveerá. -Aseveró.
Después de estar hablando sobre el musical que teníamos entre manos, responder preguntas y realizar ejercicios con la voz, me vino una idea a la cabeza que podría ayudar quizás con el problema actual del monasterio: un villancico.
-Queridas hermanas, ¡Con las voces tan bonitas que tienen! ¡Lo bien que armonizan! ¡Y la acústica tan fantástica que hay aquí!…¡Cantemos un villancico para el pueblo!. -Dije puesta en pie emocionada. La comunidad se miró, pero con el problema que tenían actualmente de frío y agua caliente, no se entusiasmaron demasiado.
Una vez en mi casa, después de comer y en la soledad iluminadora de mi habitación, no dejaba de pensar en la oportunidad que teníamos, de ofrecer un pequeño concierto a los vecinos quienes con su voluntad, podrían hacer que el presupuesto de la caldera no fuera tan inaccesible. ¿Pero cómo iban a esperar tantos días sin calefacción ni agua caliente?. Entonces las palabras de la Madre resonaban en mi cabeza, “Dios proveerá”, quizás quiso decir con aquello que Dios no se olvidaría de ellas y que en algún momento sucedería lo inesperado. Cogí mi teléfono móvil y abrí la aplicación del banco, allí tengo dos cuentas, una es la corriente y la otra de ahorros, esta última con el fin de realizar un máster de postgrado una vez finalice mis estudios. Me puse mis zapatillas de calle, cogí una chaqueta y me fui directa a la sucursal de la plaza para hablar con Mateo, el hombre del banco que además es tío de mi amiga Valeria. Le pedí que extrajera el dinero de mi cuenta de ahorros, que tenía un imprevisto y lo necesitaba urgente.
Con la velocidad de un rayo, y sabiendo que las previsiones meteorológicas eran de nieve y más nieve por esta zona como cada año, me presenté en el monasterio de nuevo. No fue nada fácil que la Madre accediese a mi ayuda, pero era necesario que lo aceptase para retomar la normalidad en la comunidad. -Entienda Madre, que yo este dinero no lo necesito ahora mismo, me quedan dos años para acabar mis estudios, y si todo va bien entonces realizaré el máster, por favor coja este dinero y ya me lo devolverán de aquí a dos años de verdad. -Expuse.
A regañadientes tomó mi préstamo y puso la condición que me lo devolvería con intereses…¡Jamás aceptaría tal cosa! ¿Qué soy yo un banco? ¡De ninguna manera! Pero eso solo lo pensaba sino no habría trabto.
-Muchas gracias Adele, de parte de toda la comunidad. -Dijo emocionada.
-Dios proveerá Madre, Dios proveerá. -Respondí entendiendo, que a veces somos instrumentos de Dios para hacer sus “Diosadas”.
¡Ah por cierto! El concierto se celebró, fueron tres villancicos, se repitieron por clamor del público, todo el pueblo presente ¡Y vaya si Dios hizo lo suyo!. La Madre me devolvió la ayuda prestada, pues con lo recaudado dio más que suficiente para el arreglo necesario. ¡Gracias Señor, qué nunca abandonas! Y ahora ya si se puede decir eso de… ¡Feliz Navidad!