Piñarena, 16 de abril de 2021*
Cuando la tarde cae en pleno otoño, todo parece en calma en medio del campo. Lejos del ruido, dicen las ancianas que a veces se escucha “fins al volar de les ànimes a Déu”. Pero hoy no es un día cualquiera, hoy en medio de esta aparente calma, un convento de clarisas en medio de una imponente y monótona llanura, decide asuntos de suma trascendencia. Asómate conmigo al cristal de la sala de reuniones. Nada más y nada menos que 37 hermanas, todas, junto a la chimenea. Sor Creta, la más decana de la casa, reparte lo que intuyo son volantes, hojitas de papel y un lápiz. Encima de una mesilla descansa una urna transparente con una ranura. Se ven caras de todo tipo, desde las más alegres, hasta otras que no ocultan preocupación. Todas hablan de algo que no os diré, porque estaría adelantando la historia demasiado, en estos momentos, estoy tan ajena a todo que si en el mismo instante estuvierais conmigo, escucharías solo el chasquido de mis cascos mientras escucho por décima vez el guión de mi siguiente corto. Y sí, te acabas de enterar, soy actriz desde hace “oficialmente” dos años, aunque eso se lleva en la sangre, es casi un instinto y las personas que nacieron actores, comienzan a aprender y re aprender una y otra vez lo difícil que son las relaciones humanas, las sociales, todas. Y aprovechando que estáis aquí, del otro lado de este antiguo pueblo, conmigo y en mi casa, os presento a mi familia.
Odi es mi madre, diminutivo de Odilia, pero ni se te ocurra llamarla así. Mi abuela, que cruzó el arcoiris hace un año, decía que el día de su primer cumpleaños, mi madre bailó una hora sin parar con el Mi padre no está, nunca a estado no lo conocí, no ha querido conocerme. Tony es mi hermano, actor también, al que me une una gran amistad y Panchete, mi “dálmata manchado”, mi buen amigo. Te aseguro que en este punto, nada de lo que pasó estaba en mis planes, pero no cambiaría ni un solo día con todo el vaivén de situaciones asombrosas que se desencadenaron luego.