«…hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo…».
¿Quién eres Adán o Cristo? Soy Sor María, sin más, así. Quizá deba reformular la pregunta ¿Quién aspiras ser?
Junto a la Virgen de Covadonga, en un banquito de nuestra huerta, aquella postulante me dio una lección que aprendí y que agradezco mucho.
- Quiero parecerme a Cristo, eso está claro. Le dije sin pensar.
- Pero si miras mucho al Adán que vive en ti verás tu reflejo. Para parecerse a Cristo hay que mirar siempre a Cristo.
Lo comprendí de golpe, si en mi vida espiritual miro al ser humano, lo imitaré, pero su corazón no es perfecto, ni el mio lo será. Por bueno que sea, siempre se cuela el orgullo, las ganas de ser… Si miro a Cristo, miro la plenitud de la Trinidad, Dios y hombre a un tiempo. Como Dios le adoro y en lo profundo de mi alma derrumbo los altares e ídolos para cederle el espacio a Él.
Si miro a Cristo, la vanidad se escapa, como la neblina esta mañana, al salir del Laudes, ya no estaba. Lo terreno pierde su valor central, en su lugar se yergue Cristo, para quedarse, para trasformar mi vida.