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Como seguro sabrás, la indumentaria eclesiástica tiene sus reglas y su significado, y como no podía ser de otra manera, también el calzado.
El estilo de vida pobre y modesta de los monjes y frailes iba acompañado de indumentaria muy humilde, prendas sencillas como lo son las sandalias para proteger los pies. Recordemos que nuestro querido San Francisco, eligió para sí mismo y para sus hermanos una prenda que fuera lo más básica posible, tanto era así, que él prefirió andar descalzo toda su vida, menos los últimos años ya magullado por las heridas.
Para hablar de las primeras sandalias, nos tendríamos que remontar al año 10000 a.C., al final del periodo paleolítico. ¿Sabías qué las primeras sandalias hechas por griegos, su suela era de madera de sándalo por su buen olor?
Cuando la orden comenzó, los hermanos vivían entre las personas enfermas de lepra en la colonia de Rivo Torto, cerca de Asís, y gran parte de su tiempo lo pasaban escalando la región montañosa de Umbría, con el fin de aliviar a quienes lo necesitaban. ¿Te imaginas a aquellos santos hermanos descalzos, subiendo por rocas afiladas varias veces todos los días? Sabiendo, además, que las sandalias antiguas se componían solo de una suela atada al pie por cordones…
Las sandalias son el calzado por excelencia de nuestra orden, son un símbolo de la voluntad de adherirse lo más posible, a una vida humilde marcada por la pobreza y el sacrificio, un calzado con aberturas en toda su superficie, al frente y a los costados: sencillo.
Una moda que no pasa de moda.