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Hace unos años, en un papelito reciclado, una hermana me regaló esto en Jueves Santos, era todo lo que tenía para obsequiarme y con él renovó mis fuerzas en la entrega al Señor… La letra era casi inteligible, así que tuve que apoyarme en una lupa que guardaba en la estantería de mi celda. Lo que encontré a continuación escrito, era justo lo que necesitaba para recobrar las fuerzas luego de una pérdida familiar, me dio alas y eché a volar nuevamente, libre, como Dios me había querido siempre… desde el cielo nos mirará hoy, sonreirá al saber que su papelito misterioso fue un punto de inflexión en mi vida.

“Quiero que me laves tú. No pretendo poner otro en tu lugar, dejar que ocupe y usurpe tu sitio. Aprendí de Israel, tu pueblo quiso un rey humano, en cambio llegó tiranía.

Quiero que me laves tú, no escucho las voces de las sirenas, sus cantos…no quiero enredarme en otro proyecto que el tuyo…

Busco tu rostro, en silencio sosegado, aprendí de Elías. Te encontró en el silbido apacible, no el el fuego, no en los truenos… y fíjate, te busco aunque no te encuentre.

Quiero que me laves tú porque sabes el origen de mis males, me conoces y escudriñas, me sumerges y en medio de una aparente fantasía, realidad de la buena para mí, descubres mi nada y mi nada no me avergüenza. He aprendido de Josué y Caled, ellos sabían que tu fuerza era más que cualquier previsión humana…

Quiero que me laves tú, y no solos los pies, quiero las manos, todo…y más el corazón. Busco ese corazón para mí, si tu Corazón. He procurado amarte mucho. Tienes permiso…

Mi vida es tuya, y en medio del proceso, de limar mis asperezas y alisar mi heno… te doy mis permisos, mi fe, te mi crédito…

Que no quiero Señor que otro te imite, que cualquier cosa fuera de ti mueva mis dedos, menos mi corazón Jesús, Dios mío

Quiero ser y deshacerme en tu proyecto”.