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Acabamos de recibir el mejor de los regalos, ¡Cristo ha resucitado! y es momento de vivir en este tiempo pascual, la alegría que nace, de sabernos amados por Dios. Acogamos la fuerza que el Señor nos ha entregado con su vida, y gritemos a los cuatro vientos, la noticia más grande de todos los tiempos.
Cualquier sufrimiento adquiere sentido con la Resurrección, podemos estar convencidos de que después de este instante de vida en la tierra, llegaremos a una vida nueva y eterna, en la que gozaremos de Dios imperecederamente.
“La esperanza cristiana en la resurrección está totalmente marcada por los encuentros con Cristo resucitado. Nosotros resucitaremos como Él, con Él, por Él”. (Catecismo De la Iglesia punto 995)
La Resurrección es una luz para cada cristiano, luz que debemos irradiar a todos los hombres del mundo, haciéndolos partícipes de esta enorme alegría.
“Brille vuestra luz ante todo el mundo, de modo que, al ver vuestras buenas obras, glorifiquen a vuestro Padre del cielo”. Mateo 5, 14-16
¡No sólo resucita y nos regala esta nueva vida, además, se queda para siempre con nosotros! ¡Así es! ¡Dios nos hace sentir amados y acompañados!