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“Eres polvo y al polvo volverás” Gén. 3,19: es la sentencia más conocida en la Cuaresma, que se inica precisamente llenando de cenizas nuestras cabezas, para recordarnos entre muchas cosas: la fragilidad y temporalidad de la vida, nuestro puesto en el orden natural de las cosas, nuestra completa dependencia de Dios creador de todo, sustentador de lo que vive. Es cierto, las sentencias nos llevan a la realidad, a enfrentarnos frente a frente y sin distorciones delante de lo que somos, y hasta es bueno que nos reconozcamos pequeños, en contra de toda lógica contractual.

Si solo nos comparamos con nuestro planeta y la cantidad de seres que lo habitan nos sentiremos pequeños. ¿Qué decir del universo, o si nos comparamos con Dios? He aprendido en este tiempo en el monasterio que el sentirse pequeña delante de Dios, en vez de hacernos indefensas palomicas, vulnerables a cualquier ataque, nos alerta de dónde y a quién hemos de acudir si necesitamos ayuda. Es un escudo, que en dependencia de amor, nos hace aferrarnos a Aquel que está por encima de todo.

Hasta aquí, creo que el discurso es conocido. Nada nuevo. Pero hay algo que llama mi atención en cada Cuaresma, y es la afirmación que escuché una vez de una aciana monjita que ya está en el Cielo: Soy ceniza, ¡pero qué ceniza! Soy ceniza amada, profundamente amada.

¡Qué cosas tiene Dios! Esa frase me ha seguido… perseguido muchísimas veces y en muchos acontecimientos de mi vida. En el alma, es donde normalmente puede hacer buen o mal tiempo, y el alma en este valle de lágrimas, siempre anda buscando el oportuno auxilio, el brazo que te abraza, la voz que te calma y el corazón que te entiende.

Soy ceniza, pero ceniza profundamente amada. Y lo mejor, lo más importante, es que el final de la “ceniza que soy”, no terminará en cenizas, porque el Señor promete que estará conmigo en mi muerte, y será el motivo de mi resurrección si le sigo hasta el final.

Entiendo que hay que profundizar en la ceniza que somos, pero solo la conciencia clara de que soy “Ceniza amada por Dios”, me levantará del polvo, subirá mi cabeza, cubrirá de vestidos nuevos mis hombros y hará una fiesta por volver al “LUGAR” al único lugar donde sé que puedo encontrar lo que necesito, para ser ceniza, sí, pero cenizas con pretensiones de eternidad. Todo gratis, todo por puro amor.